La sexualización reduce a una persona a su valor sexual, lo que contribuye a objetivar los cuerpos. Este fenómeno está muy relacionado con la cultura de la violación, que normaliza y perpetúa la violencia sexual. En los medios, en las películas, en redes sociales y en la publicidad podemos ver representaciones sexualizadas que contribuyen a la cosificación de las personas, sobre todo de las mujeres.
Y es que la idea patriarcal de la sexualidad de las mujeres coloca sus cuerpos como objetos sexuales que solo existen para satisfacer el deseo de los hombres. Además, los estereotipos de género construyen a la normalización de las agresiones sexuales, dice Marilú Rasso, directora ejecutiva de Espacio Mujeres para una Vida Digna Libre de Violencia.
“Se tiene esta creencia, también patriarcal, en la que se piensa que los hombres tienen un deseo sexual y refrenable, entonces hay que ponerles a su disposición las alternativas para que ellos puedan descargar este impulso sexual sin importar cuál es la decisión los sentimientos y las elecciones de las mujeres”, analiza Rasso.
Por otro lado, la pornografía también aporta a la cultura de la violación porque, aunque “no es real que haya placer en ello, sí está representando un acto en donde hay sometimiento y hay dominio”, detalla la experta.
¿Qué es la cultura de la violación?
Marilú Rasso, experta en violencia en razón de género, explica a La Cadera de Eva que la cultura de la violación tiene que ver con la normalización de la agresión sexual, es decir, de la violación como tal. En que se caracteriza por ver este acto como un símbolo y signo de poder, dominio y de conquista, además, se “romantiza como un asunto pasional, deseable cuando en realidad lo único que está fomentando es pasar por encima del deseo y la aceptación libre de la otra persona”.
En este sentido, ONU Mujeres reconoce que la cultura de la violación va más allá de la agresión de un hombre a una mujer por caminar sola por la noche o por encontrarse en una zona de violencia, si no que abarca varias prácticas que vulneran la autonomía y los derechos de las mujeres y niñas, un ejemplo de estas prácticas es la mutilación genital femenina y el matrimonio infantil.
La cultura de la violación está en la forma de pensar de distintas generaciones, en la manera de hablar y de expresarse, por lo que es común que se vea refleja en los contextos que habitamos y estos al mismo tiempo puedan aportar a esta normalización de la agresión sexual.
¿Cómo afecta a las víctimas?
Seguramente has escuchado frases como “ella se lo buscó por cómo iba vestida” “¿Para qué sale de fiesta?”, “Para qué prendes el boiler si no te vas a meter a bañar” o “Soy dinamita y tú emprendes la mecha".
La experta en violencia de género explica que son estás frases hacen creer a la víctima que tuvo la responsabilidad, por ejemplo “si una mujer tiene cierto acercamiento eróticos sexual con un hombre y en algún momento de todo esto decide ya no continuar, en esta cultura de la violación él se va a sentir con el derecho de transgredir ese deseo de la mujer y llevar el acto hasta el final y hacerla sentir responsable”, explica Rasso.
Este lenguaje está arraigado en la cultura y en el vocabulario que se llega a banalizar el impacto que puede llegar a tener en las víctimas e incluso, según la ONU Mujeres, los chistes sobre la violencia sexual legitimizan la violación y provoca que muchas de las personas sufrieron esta agresión no denuncien.
“Se tiene la idea generalizada de que los hombres tienen cierto derecho frente a las mujeres, frente a la seducción y al acto sexual y que por ejemplo si nos vestimos de cierta manera o vamos en la noche algún lugar o tomamos eso nos hace no solamente vulnerables, sino de alguna manera responsables, se nos culpabiliza diciéndonos o diciéndole a la víctima porque saliste de noche porque no fuiste con tus amigas por qué tomaste”, especifica la experta.
“Se traslada la responsabilidad a la víctima cuando sabemos que el único responsable de este acto de este delito es quién lo comete”, asegura Marilú Rasso.
Casos mediáticos donde la cultura de la violencia de hace presente
Hace un par de años se hizo viral la fotografía de un taxista que fue exhibido por una usuaria por tener un letrero en su unidad con la leyenda “Te duermes y te cojo”. Dicha frase provocó una disputa entre los usuarios de las redes sociales. Algunas personas justifican y argumentan que era solo un chiste, mientras que otras aseguraban que este tiempo de mensajes vulneraba a las mujeres y las ponían en riesgo a las personas que ocupan este servicio.
Otro caso que se difundió en las redes sociales fue el caso del actor peruano, Nicola Porcella. Cuando estaba en el reality show “La Casa de Famosos México” Wendy Guevara y Sergio Mayer, intentaron introducir un objeto en sus partes íntimas. Las personas que seguían de cerca el programa denunciaron que eso fue intento de abuso sexual y no un juego; sin embargo, fue el propio Nicola quien salió a decir que solo se trató de una broma de sus compañeros.
Respecto a este último caso, Rasso explica que el dominio tiene un papel importante y, por lo tanto, al someter a un hombre lo consideran chistoso e incluso heroico. “Aquí fíjate cómo la conducta es lo que se está poniendo como algo deseable, chistoso porque se convierte en un símbolo de poder patriarcal y entonces someter a otro hombre se convierte en un acto de alguna manera con estos valores patriarcales heroicos”, concluye la experta.